jueves, 30 de diciembre de 2010

Presidente regional: "Dejo el gobierno regional con la frente en alto y las manos limpias"


“Con la frente en alto y las manos limpias”. Con esta frase inició el saliente presidente regional de Huánuco, Jorge Espinoza Egoavil, su discertación en la última Audiencia Pública Regional celebrada el 28 de diciembre en el auditorio del gobierno regional de Huánuco.
Luego emplazó al Ministerio Público, al Procurador Anticorrupción, al periodismo y demás autoridades e instituciones que cautelan los intereses del Estado, para que, tal como lo han hecho durante estos cuatro años, lo investiguen ahora que dejaba el gobierno regional “haber si encuentran si he cogido un solo céntimo de su presupuesto”.
“Si desean, pueden abrir mi secreto bancario”, afirmó.
Después procedió a señalar los logros de su gestión: la paz social, imprescindible para la inversión; la ejecución de más de 185 obras en los 76 distritos de Huánuco; el incremento de su presupuesto para obras, que supera los 500 millones de nuevos soles; el restacate de la imagen de Huánuco a nivel nacional, “porque como nadie lo he defendido públicamente en Lima”; entre otros.
Explicó que él y su plana de gerentes “han cometido algunas inconductas funcionales”, pero fue por tratar de ejecutar las obras mediante la modalidad de administración directa, a pesar de que no se tenía la capacidad logística, y dar trabajo a miles de huanuqueños que, de lo contrario, no hubieran tenido esa posibilidad.
Además, agradeció a su equipo gerencial, especialmente a los gerentes de Planificación e Infraestructura, David Martínez y Tony Chávez, quienes se sumaron a su equipo en el último tramo de su gestión, porque con ellos se avanzó en dos meses lo que en un año no pudieron hacerlo sus antecesores.
Mención especial tuvo el gerente de Recursos Naturales, René Calderón, quien siendo una persona fundamental de la gestión entrante, encabezado por Luis Picón, se ha identificado hasta el último momento “no con Jorge Espinoza sino con la institución y Huánuco en su conjunto”.
Finalmente, indicó que él y su organización política pasarán a “conformar una oposión constructiva” con respecto a la nueva gestión y no descartó la posibilidad de que él u otra persona preparada vuelta a llegar a ocupar el cargo más importante de Huánuco en el futuro.
Texto y Foto: Valentín Sánchez Daza.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Samuel Cardich presentó su libro “Se busca un colibrí"



Por Valentín Sánchez

Samuel Cardich escribe para olvidar el drama que es su vida. Es decir, escribe para ser feliz. Lo ha dicho el último viernes, en el ex paraninfo, que sigue siendo paraninfo con el añadido del ex, porque nadie lo llama museo regional Leoncio Prado Gutiérrez, que es el nombre que le pusieron hace unos años, cuando pensaban que iba ser museo y hasta ahora no lo es. Lo dijo también la otra vez, durante la Feria del Libro Huanuqueño, pero creo que pocos le prestaron atención. Salvo sus amigos, sus compañeros de escritura, con quienes se pelea cada cierto tiempo porque justamente se quieren. ¿Quién no se ha peleado con sus hermanos?
Samuel escribe para ser feliz y también para hacernos feliz. Para hacer feliz al niño, al sobrino, al hijo que corretea en casa, pero también al niño que todos, tú y yo, los jóvenes, adultos y ancianos de esta aldea que es Huánuco y el mundo, llevamos dentro, muy dentro, agazapado en un recóndito lugar de nuestra alma, a la espera de salir cuando sea propicio, o cuando lo propicie Samuel, con algunos de sus libros, sobre todo los últimos, que tiene la línea humanizadora de “Tres historias de amor”, un clásico de la literatura.
Es un placer, es pedagógico leer a Samuel. También escucharlo, sea en este auditorio o cuando nos tomábamos una cerveza, hace unos años en “El Reflejos” o en Carrión. Qué importa la gastritis si se trata de él, yo alumno él maestro. Un maestro en cuento y poesía. Es un placer escuchar a Samuel, como ahora, allá arriba, en el proscenio, cuando dice que los amigos exageran al hablar de sus libros, que Juan Giles, Luis Mozombite y Andrés Jara, que acaban de presentar esta noche su último libro, “Se busca un colibrí”, han exagerado. Pero Samuel, le digo yo con el pensamiento, sentado en la penúltima silla del auditorio, pero Samuel, no seas huevón, tus libros son buenazos, verdadera literatura, joyas estéticas, caracho.
Por eso a mi amigo Víctor, con quien salgo al tráfago de la calle, le sugiero que si va a regalar algo a sus sobrinos en esta Navidad, regale los libros de Samuel, sobre todo la colección Cuentos del Oidor: “El último petirrojo”, “La casa del guayacán”, “El retorno del jinete incógnito”, “La pequeña Anette” y “Se busca un colibrí”. El mejor regalo, sin duda, me dice mi interlocutor.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

RECORDANDO EL TRIUNFO DE LEÓN CONTRA SAN MARTÍN

A puertas de la primera final recordamos el triunfo del equipo huanuqueño.

jueves, 2 de diciembre de 2010

La noche que estrenaron “¡Eso!”



Un auditorio atiborrado de espectadores fue el marco para la presentación teatral. “¡Eso!”, la obra que presentaban, había logrado una gran convocatoria, a pesar de que no se había promocionado como debía.
Uno a uno, estudiantes de media, jóvenes, adultos, tías y tíos, iban aposentándose en las sillas, mientras en el escenario, con serena diligencia, unos muchachos acomodaban y arreglaban la escenografía: pelaban cables con el diente, encendían y apagaban los tachos de luz, les adherían a éstos papel celofán, pegaban afiches en la pared, la falsa pared de triplay.
El director y actor de la obra, Edilberto 'Sacha' Sánchez llega, pelucón, abrigado en su casaca blanca. Tiene un aliento a licor. Dice que estaba bebiendo con Andrés Cloud, uno de los maestros de la literatura huanuqueña, cuyo cuento, “¡Eso!”, ganador, en el 2004, de la edición especial de El Cuento de las 2 000 Palabras, de la revista Caretas, fue adaptado por 'Sacha' y ahora justamente lo estrenaba.
¿Dónde está Andrés? En un barcito entre 28 de Julio y Mayro, con Miguel Rivera, el poeta. ¿No va a venir a ver su obra adaptada? Ya lo vio en la primera función, de las seis, y quiso celebrar. Parece que le gustó algunas partes del montaje, por eso me invitó.
Estoy en un bar bajofondista, hay muchas botellas vacías sobre la mesa, solo una tiene cerveza. Bebo, hablo, bebo, hablo, bebo, hablo. Estoy sumamente borracho, tambaleante, con las justas me tengo en pie, junto a mí están mis dos acompañantes, también beodos, 'trapos', que cargan, que tocan una guitarra y una cajón.

Le brillan los ojos, me alegra que eso le satisfaga. Cloud es exigente, ¡como debe ser!, con el trabajo artístico. Complacerlo no es fácil, lo sé bien. Más aún cuando eres su amigo, alguien a quien a cultivado sin condicionamientos. 'Sacha' sonríe antes de irse tras bambalinas; tiene que vestirse, la función va comenzar, así que a metamorfosearse, a plastificarse.
Suena en los parlantes Green Day. Están haciendo hora, ponen música para que la gente no se aburra. A mí me gusta, así que no tengo reparos con ese género musicial, me digo para mí, en tanto coloco la videocámara sobre el trípode y lo enchufo directamente al tomacorrientes, utilizando el cargador de la batería. También alisto mi cámara fotográfica digital; espero que no falle esta vez.
Estoy recordando el pasado, mi pasado, mi vida: la universidad y la violencia de la política, mis mujeres y mi poder sexual, mi trashumancia: de Huánuco a Amarilis, de allí a Paramonga, y luego a otros sitios más.
Estoy en el auditorio o estoy en el escenario. No soy o soy Pepe Lucho, el personaje principal del montaje. Estoy en un bar bajofondista, hay muchas botellas vacías sobre la mesa, solo una tiene cerveza. Bebo, hablo, bebo, hablo, bebo, hablo. Estoy sumamente borracho, tambaleante, con las justas me tengo en pie, junto a mí están mis dos acompañantes, también beodos, 'trapos', que cargan, que tocan una guitarra y una cajón. Estoy recordando el pasado, mi pasado, mi vida: la universidad y la violencia de la política, mis mujeres y mi poder sexual, mi trashumancia: de Huánuco a Amarilis, de allí a Paramonga, y luego a otros sitios más. Soy, les digo, como en el cuento, un experto “en Santo Tomás de Aquino, Nietzche, Malebranche, Kant, Leibnitz, Schopenhauer, Kierkegaard, Karl Jarpers”. Soy feliz, soy feliz, ¿soy feliz?
Oígo que dicen, o digo, que es interesante la estructura de la obra, la utilización de la muda del tiempo y el espacio, la sugestividad de algunas escenas, lo explícito de otras, el desboblamiento de los personajes, la versatilidad de los actores que, a cada rato, demuestran que tienen talento. Hay fallas, sí, pero perfectibles: luces a destiempo, olvido de diálogos. Creo que es una obra aún por pulir. Sergio Calderón, uno de los borrachos (léase actor), aquel que se parece al hombre de las nieves, cumple, complementa. Paul Miller, su secuaz etílico, eficiente con su potencia y fuerza. Convicente el maquillaje en el ojo, dice Juan Giles, el mejor escritor inédito de Huánuco, con una sonrisa cómplice. ¿Una pelea? Mejor que cuente él.
Los tres actores están al filo del escenario. Agradecen, sinceros, emocionados. Escucho una hemorragia de aplausos. Les pido hacerles unas fotos. Ahora están solo dos en el escenario, la vorágine de los saludos ha arrastrado a Paul donde su familia, entre los dos conjuntos de sillas que se van despoblando. Le digo a Abel, el hijo de Wilde Palomino, el músico, que lo llame. Paul viene, ahora es 'Sacha' quien no está. Se ha metido dentro del escenario, llámenlo. Por fin los tres, las fotos. Allí es cuando decido escribir algo sobre esta noche o fue cuando escuché decir a 'Sacha', mi hermano: “Así como Cloud escribe para no suicidarse, igual yo hago teatro para no sentirme solo”. Pienso en esas palabras cuando salgo del ex paraninfo de la Unheval, cerca de las diez de la noche, barajando la posiblidad de ir a la esquina de 28 de Julio y Mayro: estoy seguro que Cloud y Miguelito siguen allí.
Texto y foto: Valentín Sánchez Daza.